DESARROLLO SOSTENIBLE
La elaboración de una Estrategia de Desarrollo Sostenible con ambición de ser horizontal y afectar a las políticas sectoriales, sólo tendrá sentido si existe una clara voluntad política de llevarla a cabo. Existen experiencias recientes según las cuales, tras un intenso trabajo de elaboración, estrategias de ámbito más concreto como la de biodiversidad o la forestal han sido archivadas en un cajón, sin que sus objetivos se reflejen posteriormente en la realidad. De hecho, estos y otros importantes documentos estratégicos del Gobierno, particularmente en materia ambiental, no han sido considerados, y en muchos casos ni siquiera mencionados.
Desarrollamos nuestra actividad en un Planeta cuyos recursos son finitos. Este hecho está en profunda contradicción con el modelo económico actual, que se basa en el crecimiento económico infinito. Estos dos hechos son en sí mismo contradictorios, e insostenibles en el medio plazo.
El modelo económico debe reconocer que existen unos límites al crecimiento, y que esos límites deben estar basados en la limitada capacidad del planeta de renovar sus recursos naturales, así como en su capacidad de carga para admitir las emisiones contaminantes. Esta fue la razón de la Declaración de Río de 1992 y el motivo por el que es necesario elaborar estrategias de desarrollo sostenible. Nos parece imprescindible contemplar el coste de la insostenibilidad, a semejanza de lo que han hecho varios países de la Unión Europea en sus respectivas estrategias nacionales. Esto es, ¿cuánto nos costará, en un futuro inmediato, el mantenimiento de la situación actual sin correcciones de ninguna clase?, o lo que es lo mismo ¿cuál es el coste económico de la degradación ambiental?
El futuro es ahora, no podemos esperar que los campos y bosques se conviertan en desiertos porque tendríamos que cambiar las vacas por camellos y, por descabellado que parezca, ese podría ser el futuro que le espera a nuestros hijos.
